Desafortunadamente el sistema de teletransportacion funciona a medias: Mi reloj de cuco no llega a salir de Madrid, yo me materializo en Tordesillas y el resto de mis pertenencias llegan contra pronóstico a Ponferrada sin que aparentemente se hayan visto afectadas por el proceso de transubstanciación.
Y digo aparentemente porque del baúl isabelino de madera de boj que cargué en Madrid solo quedan algunas trazas y ahora el mamotreto se parece bastante a una mochila del Decathlon, eso si, perféctamente ergonómica y ligera como la ventosidad de un recién nacido.
Tomo el primer pullman trans-leones para ir al encuentro de mi equipaje, y tambien del Dr. Gómez, que al insistir en viajar dentro del baúl, se encuentra confuso y abochornado por el fracaso de nuestro experimento en pleno centro de la capital del Bierzo.
Tras el reencuentro consideramos que hemos tenido suerte de no haber perdido ninguno de nuestros atributos por el camino, pero dado el funcionamiento errático del dispositivo le sugiero al Dr. Gomez que continuemos a pie hasta que encontremos un taller que nos permita reparar los circuitos dañados. Una vez reparados podremos teletransportarnos sanos y salvos hasta la mismísima catedral de Santiago.
Gómez es un tipo cabal, y acepta mi propuesta sin peros, aunque solo sea por ver qué dan de comer por el camino.
Pensamos en partir de inmediato, pero caemos en la cuenta, al alimón, de que no es de recibo hacer alarde físico ante los autóctonos (de enclenque estructura ósea) por lo que hacemos noche en Villafranca del Bierzo.
Allí disfrutamos de la primera muestra de gastronomia bierzana cenando un plato típico, digno representante de las raíces culinarias locales. Se trata de la archifamosa hamburguesa compostelana (carne, lechuga, tomate, queso, hevo frito y bacon... todo de la tierra)
Una vez en nuestro alojamiento tenemos la oportunidad de compartir aposento con los tres tenores: Nosferatu, la niña del exorcista y Pepe Pótamo. El Dr. Gómez,con gran acierto decide unirse a la bacanal de ronquidos, con lo que al ser un numero par y roncar en contrafase dos a dos, los bramidos se cancelan entre ellos. La noche es fría pero placentera.
Aunque mas fría es la mañana siguiente. Con nuestros testículos oportunamente ocultos en nuestras respectivas cavidades pélvicas y los miembros viriles reducidos a su mínima expresión, recorremos los primeros kilómetros en busca de un taller que de momento no encontramos.
No tarda en salir el sol, y varios kilómetros mas tarde se abre ante nosotros un inesperado futuro profesional: convertirnos en modelo de culos. Ni el Dr. Gómez ni yo mismo habíamos pensado nunca en vivir de algo que no fuesen nuestras privilegiadas mentes, pero tras comprobar la inusitada dureza de nuestras nalgas acordamos valorar la posibilidad de dejar disfrutar al mundo de su observación. A precios populares.
La jornada es deliciosa y disfrutamos del paisaje en cada rincón del camino, pero empiezo a echar sospechosos espumarajos por la boca, con lo que Gomez, de nuevo con gran acierto, toma la voz cantante y me obliga a detenerme en O Cebreiro. Creo recordar que también canta algo con su voz cantante, por lo que nuestra entreè en el pueblo se asemeja mucho a una escena de Brigadoon. Hacemos las delicias de aborígenes y turistas.
En O Cebreiro, por cierto, tampoco hay taller, pero si unas deliciosas sopas de ajo que nos templan el espíritu y descuelgan nuestras gónadas hasta la altura de las rodillas.
Ahora lo que toca es una siesta.