Un meteorólogo apostado en la puerta del albergue hace gala de sus dotes adivinatorias y nos comenta que, si no se equivoca, hoy no lloverá. Sonríe, muy ufano, a sabiendas de que pase lo que pase su pronóstico será acertado. Nosotros le agradecemos su comentario al mas puro estilo de nuestra querida Marusiña.
Caminamos a paso ligero y con los ojos bien abiertos con la esperanza de encontrar el taller que tanto ansiamos.
Algo nos dice que hoy tendremos suerte, pero Algo no nos cae del todo bien. Desde que coincidimos con Algo en el albergue de O Cebreiro, Algo nos ha estado diciendo cosas que a la postre no han sido mas que burdas mentiras. Algo cree que confiamos en el, pero algo que Algo no sabe es que tenemos algo pensado: darle esquinazo en el próximo cruce de caminos.
Preparamos nuestra huida prestando mucha atención a las señales del camino, pero todo es muy confuso. Flechas amarillas señalan aquí y allá sin aparente criterio.
Notáblemente desorientados, y con Algo pisándonos los talones, pedimos ayuda a una anciana que se esconde entre unos arbustos. Algo nos dice que no es de fiar, pero hacemos caso omiso de su consejo.
La anciana nos cuenta la historia de una banda de monos tití que, armados con una caja de rotuladores Carioca, llevan años sembrando la duda entre los viajeros que atraviesan esta región. Según ella, la única forma de avanzar es seguir la flecha mas larga las noches de luna creciente y la mas corta las noches de luna menguante.
Algo huele mal, y al mirarle pidiendo explicaciones por ello corre abochornado a esconderse detrás del arbusto de la anciana. Aprovechamos el momento all-bran para huir, no sin antes agradecerle su ayuda a la buena mujer mientras ella llora por su arbusto mancillado.
Siguiendo flechas largas y cortas alternativamente, llegamos a Sarria. Al Dr. Gómez no le gusta esta localidad, y para hacerlo notar acentúa sus sílabas de forma aleatoria cada vez que pronuncia su nombre.
En cualquier caso ha sido un día largo, hemos disfrutado del paisaje, de los pueblos, de sus gentes y de que, por fin, nos falta Algo. Pero estamos agotados.
Por todo ello, decidimos hacer noche en esta noble villa. Si hay luna creciente, mañana
seguiremos hacia el oeste.