Ref. 20121019/ARZ/OPD

Parece que fue la semana pasada cuando nos pusimos en marcha y en realidad ya han pasado 7 días. Es inexplicable.

El tiempo vuela cuando asumes que parte de su encanto está en su maldita, exasperante y empecinada continuidad, esa que tanto nos gustaría romper en mil pedazos cuando algo no marcha como esperábamos.

No ha habido suerte con el taller, aunque también es cierto que no hemos puesto demasiado empeño en encontrarlo. Después de los primeros momentos de ansiedad, ha sido la mismísima inercia la que nos ha traído hasta O Pedrouzo, a escasos 20km de Santiago de Compostela. Yo que siempre he sido tan crítico con la tangibilidad de la física clásica, tengo que decir que en esta ocasión ha resultado tremendamente efectiva.

Creo que tanto Gómez como yo damos por bueno el fallo de nuestro primer prototipo de teletransportación y, ya que estamos aquí, mañana seguiremos a pie hasta Santiago para después volver a casa por los medios tradicionales. Él a lomos de un hipocampo castrado, y yo puede que tome el primer Chitty-Chitty-Bang-Bang que encuentre libre en la estación Disney.

El camino nos ha tratado relativamente bien. Un par de momentos pasados por agua han hecho las delicias de los pocos anfibios con los que hemos tenido la ocasión de coincidir. Para nosotros, solo han contribuido a engrandecer la épica del viaje y a enseñarnos que el agua no está tan mal, aunque no venga en forma de cubitos de hielo flotando en un gintonic. El resto ha sido un disfrute para la vista y un disgusto para las articulaciones.

Si dijese que ha sido una experiencia mística en la que me he encontrado a mi mismo y que desde hoy afronto el resto de mi vida desde una perspectiva inédita, lleno de esperanza y con el con el corazón henchido de ilusión por lo que me queda por vivir... mentiría como un bellaco, aunque eso no quita para que lo haga por otros motivos, que los tengo. Lo que sí es cierto es que caminando he comprobado una vez más la validez de tres axiomas fundamentales y que considero de obligado conocimientoo. Estos son los siguientes:


  • Después de un día viene el siguiente, y no puedes hacer nada para evitarlo,
  • Después de un paso hay que dar otro, y no al revés,
  • Desandar el camino andado es una tremenda pérdida de tiempo, sobre todo si el restaurante más cercano está en el siguiente pueblo.
Y cada uno puede aplicar estos axiomas como, cuando y en la disciplina que quiera.

Esto no acaba aquí. Como digo, mañana entraremos en Santiago por la puerta grande. Que según dicen no es tan grande, pero es que está al lado de otra más pequeña por la que no cabríamos aunque nos hubiésemos saltado las dos últimas cenas. 

Así que si, entraremos por la grande aunque solo sea por comparación. Disfrutaremos del día, comeremos, beberemos, y lo tendremos bien merecido.

Pero eso será mañana, porque digo yo que hoy habrá que dormir.